Martes, 30 Abril 2024

X X LA CULTURA

Literatura y Pandemia

«La municipalidad no se había propuesto nada ni había tomado ninguna medida, pero empezó por reunirse en consejo para deliberar.» En cuanto las autoridades emiten órdenes, pocas y tarde, el doctor Bernard Rieux –el héroe del libro en todos los sentidos– señala: «¡Órdenes! Lo que haría falta es imaginación.» «Se ha hecho por la vía oficial», dice Jean Tarrou, un visitante de Orán cuya compañía y amistad con Rieux es el tema más positivo del libro. «No están nunca en proporción con las calamidades.»

 

El párrafo anterior es del artículo de  Ed Vullimay «El Regreso de La Peste» que publicó Letras Libres sobre La Peste de Albert Camus, que se publicó en 1947, a la sombra del Holocausto, en una Europa en la que la gente vagaba por las ruinas, en busca de seres queridos perdidos y vidas perdidas.

 

Penguin Random House UK, que vendió solo 226 ejemplares el año pasado, colocó más de 1.500 en una semana de marzo y está reimprimiendo. En todos los idiomas se anuncian ediciones de tapa dura a precios absurdos: un compendio de Everyman que vale 12,99 libras en el Reino Unido y 68 dólares en Estados Unidos.

 

En pocas palabras se ha vuelto el libro básico en estos tiempos de confinamiento, considero necesario acercarnos a este tipo de lecturas, nos aportan más que estar viendo lo bien que llevan la cuarentena los ídolos del momento en sus lujosos aposentos y nos dan espléndidas recomendaciones de qué hacer para no pasarla mal, mientras tenemos que salir a la calle ahí donde transita el enemigo contagioso que es uno mismo.

Esa falta de imaginación que menciona el dr. Rieux en el párrafo superior, es la que hizo falta desde un principio a nuestros gobernantes, no supieron explicarnos hacía donde íbamos, no les interesó brindarnos el curso propedéutico de la Covid-19 en lugar hicieron creer al país que si te guardas unos días y te lavas las manos muy seguido, le ganaríamos al Covid-19 en un mes.

 

Se dijeron entonces: le ponemos nombres atrayentes a las fases y empezamos un ejercicio de numeralia con la suficientes crestas de variables que sean capaces de marear al marinero más hecho en la mar. Para luego verlas en nuestra telenovela de la tarde «Cuando el pico nos alcance» patrocinada por «Quédate en casa».  

 

En Estados Unidos les parece más práctico ejercer el miedo como medida preventiva con su dulce recompensa de volver a la normalidad que desquicio a todo el planeta.

 

Ahora leamos un extracto de Salón de belleza (1994) de Mario Bellatin:

 

«Algunas veces muchachos jóvenes y vigorosos tocaron a las puertas. Aseguraban que estaban contagiados e incluso algunos llevaban consigo los resultados de los análisis que lo certificaban. Viéndolos en aquellas condiciones físicas era fácil imaginárselos semidesnudos, realizando ejercicios corporales o faenas en el mar. Nadie hubiera podido pensar que la muerte ya los había elegido. Aunque sus cuerpos estaban intactos, sus mentes ya habían aceptado la pronta desaparición. Querían ser huéspedes del Moridero. Se ofrecían incluso para ayudarme en la regencia. Yo tenía que sacar la misma vehemencia que mostraba frente a las mujeres que pedían hospedaje y decirles que regresaran meses después. Que no volvieran a tocar las puertas sino hasta cuando sus cuerpos estuvieran irreconocibles. Con achaques y la enfermedad desarrollada. Con esos ojos que yo ya reconocía. Sólo cuando no pudieran más con sus cuerpos les sería permitido entrar al Moridero. Sólo entonces podían aspirar a la categoría de huéspedes. Sólo entonces se ponían en juego las reglas que había ideado para el correcto funcionamiento del salón. Era sorprendente ver que ese tipo de huésped, el que había tocado la puerta sano para ser rechazado después, era el más agradecido con los cuidados»

 

Duro ¿no? o más bien como la ficción generalmente nos regala la realidad.

 

El siguiente es un extracto de Diario del año de la peste (1722) de  Daniel Defoe:

 

«Del mismo modo, la peste desafió toda medicina; hasta los médicos fueron atrapados por ella, con sus protectores sobre la boca; deambulaban prescribiendo a otros e indicándoles qué hacer, hasta que las señales los alcanzaban y caían muertos, destruidos por el enemigo contra el que batallaban en los cuerpos de otros. Tal fue el caso de varios médicos, entre los que se contaran algunos de los más eminentes, y el de varios de los cirujanos más hábiles. También perecieron muchos curanderos que cometieron la tontería de confiar en sus propias recetas, cuya ineficacia necesariamente deberían conocer; como a otros ladrones, conscientes de su culpabilidad, les hubiera convenido más huir de la justicia, sabiendo que solo podían esperar un castigo acorde con sus merecimientos.» 

 

Estos ejemplos sirven para entender por dónde ha pasado el mundo, por pestes, plagas y como ha sido el comportamiento del humano ante ellas. En ellos podemos valorar la importancia de las artes en este caso la literatura hoy que parecemos personajes extraídos de estos ejemplos. 

 

Si bien no habíamos cavilado en ello hoy tenemos tiempo de ponderarlo. Vemos el reflejo claro de lo que estamos viviendo y me pregunto ¿era necesario otro jalón de orejas?

 

Los políticos deben voltear a las artes para entender al mundo sino seguirán pensando que sus disque doctrinas políticas son capaces de regir a un mundo que desconocen y no les interesa entender. Se han creído sus propias mentiras.

 

«La mentira es tan antigua como el árbol del Edén» Orson Wells

 

Jaime Moreno Valenzuela

Revista Rancho las Voces

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