¿Tienes idea de todo lo que nos aguanta nuestro cuerpo? ¿Te has puesto a pensar en todo lo que le provocamos? ¿Cómo es tu calidad de vida gracias a tu cuerpo?

Cuidar de nuestro cuerpo no tiene por qué ser una tarea difícil y estresante, es  más fácil y sencillo de lo que crees.

En artículos pasados hablamos sobre como la aceptación es igual a libertad, de lo importante que es hacernos amigos de nuestra mente, de lo importante que es dejar fluir nuestras emociones en estos momentos de crisis y en general siempre. Ahora bien, ¿y nuestro cuerpo qué?

Si bien tenemos la maquina más maravillosa y perfecta jamás inventada, es necesario que le prestemos atención y cuidemos de ella. Esta máquina perfecta es quien nos sostiene, es nuestra morada, íntima y personal, única en donde habita nuestra consciencia y nuestra alma.

Esta estructura que me protege y que me conforma, es algo mágico, extraordinario, sabio, inteligente, sensible y sensitivo. Me permite ver, tocar, probar, oler, oír y en general, experimentar de todos los placeres y momentos de la vida.

Ahora te pregunto, ¿Cómo estas cuidando de tu cuerpo? ¿Cómo lo tratas? ¿Qué tipo de relación tienes con él? ¿Estas consciente de él o solo lo das por garantizado? ¿Crees que porque te pertenece lo puedes tratar como se te antoja?

Muchas veces comprometemos nuestro cuerpo, lo forzamos, lo maltratamos y le hacemos daño. Lo ponemos en situaciones límite y nos aprovechamos de él porque sabemos que se recupera, que se regenera y que se puede curar solo, hasta que ya no lo hace.

De pronto nos empieza a dar alertas, llamadas de atención que pocas veces escuchamos y aun así, seguimos con nuestros hábitos de siempre que lo perjudican.

Llenamos nuestro cuerpo de excesos, comida, alcohol, drogas, fármacos, desveladas, cigarro. Lo privamos de otras tantas cosas, buen sueño, buena alimentación o ejercicio. Le provocamos sobrepeso, envejecimiento prematuro, debilidad, desgaste, dolor, enfermedad y por supuesto muerte.

¿Qué calidad de vida quieres tener gracias a tu cuerpo? ¿No prefieres que sea ligera,  con salud, tranquila, relajada, sin preocupación y dolor, sin sustos y temor; que incluso te veas al espejo y te guste lo que ves?

He aquí unas sencillas recomendaciones para que la calidad de vida de tu cuerpo sea mucho mejor…

Duerme al menos 8 horas diarias. Durante el sueño se regeneran y curan las células dañadas y se estimula el sistema inmune. Tu cerebro se autodestruye cuando no duermes lo suficiente.

Tu organismo y células necesitan nutrirse cuando te despiertas, de ahí que el desayuno sea el alimento más importante del día. Levántate temprano y no te saltes el desayuno. Desayuna, come y cena todos los días a la misma hora, esto acelera tu metabolismo y previene que subas de peso.

Deja que tu alimentación sea tu medicina. Tú bien lo que te hace mal; harinas, azúcares, grasas saturadas. No hagas de eso tu dieta diaria o dañaras tus órganos y terminarás tomando medicamentos químicos por el resto de tu vida.

Mueve tu cuerpo. Pon música en casa y baila libremente. Brinca, canta, ríe, suda y disfruta mientras lo haces. Todo lo anterior activa tu circulación y oxigena tu cuerpo. Caminar al menos media hora diaria.

No es nada del otro mundo. Duerme bien, come sanamente y haz algo de ejercicio.

Y algo bien importante, respira. Por supuesto que todos lo hacemos si no moriríamos, lo que te digo es que respires conscientemente. Escoge un momento durante tu día para cerrar los ojos y sentir tu respiración, siente como se llenan tus pulmones de oxígeno y de ahí se va a todo tu cuerpo.

Siente tu cuerpo, detente a sentirlo, siente como vibra, siente como la sangre lo recorre por completo como un leve hormigueo. Esto mejorará tu sistema inmunológico increíblemente.

Agradece por tu cuerpo, es uno de tus regalos más preciados, es parte de ti, está aquí para ayudarte a tener la mejor experiencia de vida que puedas tener. Amalo, acéptalo, respétalo y cuida a cada momento de él.