Te voy a ser una pregunta, ¿Qué tanto te gusta sentirte seguro o segura en todas las áreas de tu vida? La respuesta tal vez sea obvia ya que a todos los seres humanos nos gustaría experimentar seguridad total a cada momento. Seguridad de que todo va a salir “bien” siempre es nuestras vidas y en todos sus asuntos.

Pero luego, cuando las cosas no resultan dentro de estos parámetros y a medida que vamos viendo que nada es seguro y que nada es para siempre, es cuando empezamos a experimentar esa ansiedad o sufrimiento que tanto caracterizan al ser humano hoy en día.

Ahora bien, ¿por qué tanta fijación con este asunto de la seguridad o la certeza? ¿Por qué esa necesidad de querer sentirnos completamente seguros el 100% del tiempo y de querer vivir siempre sabiendo que todo va a resultar de una manera apropiada, correcta, de acuerdo a nuestras expectativas y que nada debe hacernos batallar ni sufrir?

¿Sabías que esto es una utopía, que es irreal y que no es humanamente posible? Toda la vida y si observamos la historia del mundo o bien nuestra historia personal hemos vivido momentos de gran incertidumbre, si no siempre, por lo menos la mayor parte del tiempo. Hoy en día, dados los sucesos actuales, evidentemente no es la excepción.

No sabemos que pasara con el dólar, con la gasolina, con el regreso a clases, con los trabajos o la reapertura de negocios. Pero después de todo nunca supimos si tendríamos amigos en la escuela en nuestra niñez o si aprobaríamos las materias o como seria nuestro maestro, o si la persona que nos gustaba nos haría caso. Nunca supimos nada a ciencia cierta en ningún momento. Al nacer todo era incierto, en la vida todo es incierto, salvo morir.

Aun así vivimos constantemente preocupados, llenos de miedo, de ansiedad, frustrados y enojados con el mundo entero y con nosotros mismos. ¿Y si empezamos a vivir diferente, y si empezamos realmente comprender que no tenemos la certeza de absolutamente nada, que lo único que si tenemos seguro todos los seres vivos de este planeta es que moriremos?

¿Por qué no simplemente soltar todo resultado, lo esperado, lo que tanto anhelamos? El soltarlo no quiere decir que no lo busquemos y trabajemos por ello, al contrario debemos hacerlo, pero sin el miedo constante de no conseguirlo, simplemente confiando en que el resultado obtenido será el mejor, el más conveniente y benéfico para nosotros en ese momento de nuestras vidas, sea cual sea.

En confiar está la clave. Siempre confía que lo que suceda en tu vida es para un bien mayor. Esto borra cualquier necesidad de certeza o de quererte sentir seguro todo el tiempo. Un día ya no estaremos aquí, eso es una realidad, pero en la medida que sueltes tú necesidad de control de todo o de todos, la paz, la felicidad y la libertad van a empezar a apoderarse de tu vida, mientras vivas.

¿Te digo algo? No todo te va a salir bien todo el tiempo, claro que no. Tendrás errores, caídas, resultados insatisfactorios, momentos de crisis, de carencia, pero también habrá abundancia, victorias, momentos de aprendizaje, de alegría y felicidad. Eso es la vida.

La vida es incertidumbre, falta de certeza, inseguridad, mas no por ello tiene que estar llena de miedo, de preocupación, de ansiedad y sufrimiento.

Acepta que las cosas no te pueden salir bien, acepta que a veces la vida es dura, es difícil, es injusta, es incontrolable, es cuesta arriba pero que aun así vale la pena seguir porque para eso estamos aquí para experimentar todo eso. Y porque después de todo también hay belleza, felicidad, alegría, tranquilidad, conexión con otros y sobre todo muchísimo amor.

Aprende a vivir con la incertidumbre, no luches contra ella ya que es una batalla que nunca podrás ganar. Entonces abrázala, acéptala, es parte de la vida y no lo puedes evitar. La vida siempre nos traerá de todo, nunca permitirá que nos aburramos, entonces disfrútala, vívela con emoción, con inocencia, con gratitud y con mucha aceptación.

¡Deja siempre que la vida te sorprenda!